La puerta se abrió de repente, entro un mortífero frió, que casi congelo de inmediato toda la estancia, era sobrecogedor, sobrenatural diría yo, aquello no era normal, se te helaba hasta el propio miedo.
En el zaguán de la puerta, una figura desconocida, oscura, negra, fría, de mirada intensa, escrutaba la habitación, buscándote, buscando tu alma, que se encogía en tu interior hasta el infinito.
El corazón infartado, paralizados todos tus músculos, te abandonabas al destino, ante tan cruel presencia que hurgaba en tu interior en busca de su preciada recompensa.
El miedo tal vez me paralizo, no pude hacer nada, o no quise hacer nada, y ahora me veo rota en un rincón, sin alma a la que escuchar, atenazada por aquel terror, que no quisiera yo, vuelva a abrir esa puerta...